martes, 3 de mayo de 2016

FRANCISCO, TRES AÑOS DE PONTIFICADO

El paso del tiempo ayuda a comprender el dinamismo evangelizador que el cardenal Bergoglio, “venido de lejos”, deseaba inyectar en la Iglesia del siglo XXI

                                     
Han pasado tres años desde que el papa Francisco inició su ministerio petrino en 2013. En su primera homilía, puso la mirada en el esposo de María para perfilar en  el horizonte algunos de los rasgos fundamentales de su ministerio papal. Tres años son una buena oportunidad para releer el primero de sus mensajes. De manera sencilla, pero elocuente, destacaba en san José las actitudes de la discreción, la humildad y el silencio, que hacen posible su presencia y su fidelidad en la historia de la Salvación. Francisco, desde el principio, quiso desprenderse de algunas de las “ataduras” sociales que, de alguna manera, pudieran desviar la atención de lo que realmente es su identidad como Pastor de la Iglesia universal. Opta, en cambio, por gestos y signos marcados por su deseo de servir a Dios en los hermanos. Signos que no anulan el pasado, sino que dan realce a una nueva forma de ser y de estar, como Obispo de Roma, en la sociedad y en el mundo.

Francisco, con palabras de san Juan Pablo II, recuerda que José, fiel custodio de María y de Jesús, sigue siendo el protector de la Iglesia. Ella, la Iglesia, está llamada a hacer presente el amor de Dios por la humanidad. Razón por la cual, dos años más tarde, es convocada a vivir en profundidad la misericordia, el perdón y la ternura. Compromiso evangelizador que ya fue incoado en el inicio de su Pontificado, al anunciar la necesidad de ser custodios de la belleza de la creación: “Tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”. Es preocuparse por todos, por cada uno, especialmente por los niños y por los ancianos, por los más frágiles y por los pobres.