viernes, 27 de febrero de 2015

LOS PROTAGONISTAS DEL DÍA DE HISPANOAMÉRICA

Los misioneros y el Espíritu Santo son los protagonistas del Día de Hispanoamérica 2015, la jornada con la que cada año la Iglesia española renueva sus "vínculos de solidaridad, comunión y colaboración" con las Iglesias hermanas de América.

El Día de Hispanoamérica 2015 se celebra el 1 de marzo, bajo el lema "Evangelizadores con la fuerza del Espíritu". El año pasado, la colecta de este día permitió poner a disposición de los misioneros y misioneras españoles en América cerca de 65.000 euros, como siempre una pequeña gota de agua en un mar de necesidades.


9.000 misioneros españoles en América Latina

El misionero que aparece en el cartel bien pudiera ser cualquiera de los 9.000 misioneros españolesque evangelizan en “el continente de la esperanza”, como lo calificara en su día san Juan Pablo II. Trescientos de ellos llegaron un buen día a él de la mano de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), y allí siguen hoy, al pie del cañón, llevando la buena noticia del Evangelio a aquellos hermanos. La OCSHA es un organismo dependiente de la Comisión de Misiones de la Conferencia Episcopal Española, que fue creado en 1949 para canalizar el envío de sacerdotes diocesanos españoles a esas tierras. Desde su puesta en marcha, han sido enviados desde ella ya más de 2.200 presbíteros.

A todos ellos, y a cuantos sacerdotes, religiosos y laicos misionan allí, se ha dirigido el cardenal Marc Ouellet en el mensaje que ha elaborado para la ocasión como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL). En su escrito, el purpurado canadiense empieza por agradecerles la labor que desempeñan, y tras enviarles “un abrazo fraterno” y sus oraciones, les recuerda, como ya hiciera el año pasado, que la alegría debe ser la señal de identidad de los misioneros, incluso cuando tengan que “sembrar entre lágrimas”. “Ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”, escribe el cardenal Ouellet citando a Pablo VI.