Nuestra gratitud se fundamenta en la experiencia vivida durante el recién concluido trienio, en el que hemos recibido la ayuda necesaria para que las OMP se insertaran cada vez con mayor eficacia en el interior de la pastoral diocesana. En poco tiempo se ha realizado un largo recorrido para que la CEM y las OMP sean reconocidas como dos Instituciones eclesiales que forman una única unidad, a modo de las dos caras de una misma moneda. Si se tuviera que dar preferencia a una de ellas, ésta sería la CEM, que tiene como una de sus principales tareas la de hacer que las OMP se inserten en cada una de las Iglesias particulares.
La Dirección Nacional de las OMP reitera su disponibilidad para seguir colaborando con la CEM y, a través de ella, con las diócesis y sus comunidades en la promoción de las vocaciones misioneras y en la cooperación económica con los territorios de misión. Entre las múltiples actividades que conjuntamente están programadas cabe destacar aquellas que afectan directamente a la formación de los fieles y al acompañamiento de los misioneros y misioneras repartidos por los cinco continentes. Ahí estamos y ahí se nos encontrará.
