En el nuevo número de Gesto, dedicado a la huida del niño Jesús a Egipto y a la de tantos que como él hoy también están huyendo, te traemos la vida de Forbin Janson, el creador de la Infancia Misionera. Él también tuvo que huir de su tierra, Francia, cuando solo tenía cuatro años.
Charles Forbin Janson, nació en 1785, y a los cuatro años sus padres lo cogieron de la mano, y le dijeron que tenían que irse rápidamente a Alemania. Había estallado la Revolución y era muy peligroso que siguieran en Francia. El pequeño no entendía qué pasaba, pero algo debió de quedarse en su memoria, porque muchos años después, él mismo se pondría al frente de una revolución, pero muy distinta, la Infancia Misionera.
Queremos que conozcas su vida:
Si algo caracterizaba a Charles desde pequeño era su enorme corazón. Tenía fama de generoso, y no es para menos: con frecuencia se desprendía de su ropa ‒que era muy buena‒ para dársela a los pobres. También le gustaba mucho ayudar a los presos y los enfermos. Era hijo de un conde y una princesa y llegó a ser uno de los consejeros de Napoleón Bonaparte. Sin embargo renunció a todo lo que los adultos llaman “un futuro prometedor” y se hizo sacerdote.
A Charles le habría gustado ser misionero en China, y al igual que los misioneros, fue un evangelizador incansable, pero en su propia tierra, yendo de un pueblo a otro para hablar de Jesús. Sus predicaciones se hicieron tan famosas que le invitaron a ir a América con las tribus nómadas de Canadá, donde los indígenas le escuchaban desde la cima de una montaña o a la orilla de un lago.