Ayer por la tarde tuvo lugar el tradicional pregón del Domund, en la Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia. En él, el director de cine Juan Manuel Cotelo se ha preguntado acerca del sentido de ser misionero en un mundo lleno de malas noticias y marcado por la indiferencia. Y ha animado a todos los presentes a rezar y colaborar por los misioneros y a preguntarse cómo ser misioneros en el propio ambiente.
Cotelo describió dos razones por las que ser misionero. La primera de todo es por amor. “Dios mismo no nos ha respetado, sino que nos ha amado tanto que ha enviado a su Hijo para salvarnos. ¿Qué necesidad había?”, se preguntaba. “El amor no soporta la distancia ni la indiferencia, el amor siempre da un paso; el amor es darse”. Según ha subrayado, cuando uno descubre que ha sido tan amado, no puede quedarse quieto.
La segunda razón por la que todos somos llamados a ser misioneros es porque Jesús lo pide explícitamente en el Evangelio. Lo hace de múltiples maneras, y Juan Manuel Cotelo ha querido destacar la imagen de la sal, que si se queda en el salero, no sirve para nada. “Es el diagnóstico de lo que nos pasa a nosotros cuando no somos misioneros”.
El pregonero del Domund ha querido ir más allá, y ha dado una tercera razón, de sentido común. “¿Cómo no anunciar buenas noticias en un mundo tan castigado por malas noticias? ¡No es justo callar la verdad frente a la mentira!”. De esta forma, Juan Manuel Cotelo ha animado a todos los cristianos a anunciar a todos que no somos fruto del azar, que somos amados, que hay esperanza… “Esta noticia es tan maravillosa que cómo no anunciarla”. Juan Manuel Cotelo ha hecho un reconocimiento a tantos misioneros “que han salido de su zona de confort, por el amor a Dios y al prójimo sin claisificaciones”, y ha reivindicado tantos misioneros anónimos, “personas que van sin careta mostrando el rostro de Cristo”.
Personas como una mujer que, en un momento difícil de su vida, le habló al él mismo del amor de Dios, con rechazo por su parte. “En un momento dado me dijo: a ti la Virgen María te va a dar un revolcón, y serás un hombre nuevo”. Según ha testimoniado, diez años después se reencontró con esa mujer en el estreno de una película suya sobre la Virgen Maria -“Tierra de Maris”-, y ella le confesó haber rezado el rosario por él todos los días. Juan Manuel Cotelo ha terminado el pregón animando a rezar ante Nuestra Señora de los Desamparados, patrona de Valencia, por todos los misioneros, para que no se sientan solos. Y ha animado a “no dejarles solos, con la oración y el donativo”, y a preguntarse cada uno si Dios le llama a ser a misionero. “Nadie tiene vocación de espectador, todos tenemos la llamada de ir al mundo entero”, ha concluido.
Pobres en medios, ricas en fe
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavente, ha cerrado el acto con unas palabras de agradecimiento a los misioneros, a los que profesa gran cariño y admiración, por la entrega de la vida como el grano de trigo del Evangelio. Y ha animado a colaborar con el Domund, y a aprender de las Iglesias jóvenes “que en su pobreza, son tremendamente ricas en su vida de fe.
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