"DIOS SIEMPRE NOS LLAMA
Y NOS GUÍA"
Enkh Baatar. Primer sacerdote en Mongolia
Enkh Baatar es el primer sacerdote nativo en Mongolia.
En este testimonio
En este testimonio
cuenta cómo surgió su vocación y ofrece una reflexión
sobre el valor de
sobre el valor de
las vocaciones en los territorios de misión y como
la labor de los misioneros preparó el terreno para
que las vocaciones nativas pudieran surgir en su país.
la labor de los misioneros preparó el terreno para
que las vocaciones nativas pudieran surgir en su país.
“Mi nombre es Enkh Baatar nací en Ulán Bator,
la capital de Mongolia, en 1987.
la capital de Mongolia, en 1987.
Soy el hijo pequeño de una familia con dos hermanas mayores.
Cuando yo tenía tres años, Mongolia pasó
a ser un país democrático,tras 66 años de gobierno
comunista. La Iglesia católica entró oficialmente en 1992.
Cuando yo tenía tres años, Mongolia pasó
a ser un país democrático,tras 66 años de gobierno
comunista. La Iglesia católica entró oficialmente en 1992.
Los primeros tres misioneros, incluido el actual prefecto
apostólico de Ulán Bator, Mons. Wenceslao Padilla,
comenzaron una pequeña comunidad en su departamento.
Yo los conocí a través de mi hermana mayor en 1994.
apostólico de Ulán Bator, Mons. Wenceslao Padilla,
comenzaron una pequeña comunidad en su departamento.
Yo los conocí a través de mi hermana mayor en 1994.
Ella estudiaba francés, y su profesor era un misionero
de la Congregación del Corazón Inmaculado de María.
Él la invitó a su pequeña comunidad cristiana, y
solía llevarme con ella. Desde entonces empecé a ir
a la iglesia regularmente y a saber más sobre Dios.
de la Congregación del Corazón Inmaculado de María.
Él la invitó a su pequeña comunidad cristiana, y
solía llevarme con ella. Desde entonces empecé a ir
a la iglesia regularmente y a saber más sobre Dios.
Cuando tenía 7 años, mi padre falleció en un accidente.
A raíz de ese suceso,pensé haber comprendido la realidad
de la vida. Esta no solo está llena de felicidad, sino
que incluyetristeza. Ambas, vida y muerte, son parte
de nuestra existencia.
Sin embargo, había algo que faltaba en mi corazón,
pero no era consciente de qué, ni incluso de que
estuviera buscándolo.
A raíz de ese suceso,pensé haber comprendido la realidad
de la vida. Esta no solo está llena de felicidad, sino
que incluyetristeza. Ambas, vida y muerte, son parte
de nuestra existencia.
Sin embargo, había algo que faltaba en mi corazón,
pero no era consciente de qué, ni incluso de que
estuviera buscándolo.
Me bauticé en 1999, con 12 años. Los viernes iba
a un grupo bíblico. Siempre era bonito y sorprendente
para mí aprender más sobre la Palabra de Dios
y cómo actúa en las vidas de las personas. Después
de compartir sobre la Biblia, solía irme a casa tan
rápido que mucha gente me preguntaba por que
siempre salía corriendo, o si había algo urgente que
tuviera que hacer.
a un grupo bíblico. Siempre era bonito y sorprendente
para mí aprender más sobre la Palabra de Dios
y cómo actúa en las vidas de las personas. Después
de compartir sobre la Biblia, solía irme a casa tan
rápido que mucha gente me preguntaba por que
siempre salía corriendo, o si había algo urgente que
tuviera que hacer.
No, simplemente, no podía estar parado,
porque algo ardía en mi corazón; sentimientos
muy fuertes rebosaban, como una fuente,desde lo
hondo de él.
porque algo ardía en mi corazón; sentimientos
muy fuertes rebosaban, como una fuente,desde lo
hondo de él.
Por eso no podía estar tranquilo, tenía que correr.
Mientras, me decía a mí mismo que no era el chico
más rico del mundo, ni el más guapo, listo, talentoso,
fuerte o alto, pero estaba seguro de ser el más feliz,
porque sentía profundamente el amor de
Dios por mí.
Mientras, me decía a mí mismo que no era el chico
más rico del mundo, ni el más guapo, listo, talentoso,
fuerte o alto, pero estaba seguro de ser el más feliz,
porque sentía profundamente el amor de
Dios por mí.
Comprendí que ese amor no se me había dado solo
al ser bautizado y conocer a Dios, sino que siempre
había estado presente desde que fui concebido.
Entonces caí en la cuenta de que había
encontrado la única cosa que echaba en
falta y buscaba en mi vida. La sensación era
como de que alguien me estuviera cubriendo con
una cálida manta mientras estaba durmiendo
solo y temblando en una habitación fría y oscura.
Esta experiencia me ayudó a acercarme más a
Dios, y día a día me iba enamorando de Él.
A punto de terminar mi instituto, decidí ir a un
seminario y convertirme en sacerdote.
al ser bautizado y conocer a Dios, sino que siempre
había estado presente desde que fui concebido.
Entonces caí en la cuenta de que había
encontrado la única cosa que echaba en
falta y buscaba en mi vida. La sensación era
como de que alguien me estuviera cubriendo con
una cálida manta mientras estaba durmiendo
solo y temblando en una habitación fría y oscura.
Esta experiencia me ayudó a acercarme más a
Dios, y día a día me iba enamorando de Él.
A punto de terminar mi instituto, decidí ir a un
seminario y convertirme en sacerdote.
Hubo tres grandes razones. Primero, solo quería
estar más cerca de Dios y pasar toda mi vida
con Él. Segundo, quería compartir la felicidad,
la verdad y la Palabra deDios que he
experimentado en mi vida especialmente con aquellos
que son pobres no solo física, sino espiritualmente.
Tercero, después de ver el dolor de mi madre y
de las personas demi entorno, me sentía impotente,
demasiado pequeño y débil para cambiar sus vidas
y quitarles sus sufrimientos.
estar más cerca de Dios y pasar toda mi vida
con Él. Segundo, quería compartir la felicidad,
la verdad y la Palabra deDios que he
experimentado en mi vida especialmente con aquellos
que son pobres no solo física, sino espiritualmente.
Tercero, después de ver el dolor de mi madre y
de las personas demi entorno, me sentía impotente,
demasiado pequeño y débil para cambiar sus vidas
y quitarles sus sufrimientos.
Sin embargo, una palabra de Jesús vino a mi mente: una
semilla arrojada al suelo no da fruto hasta que muere;
si muere, dará 30, 60 y 100 veces más fruto.
semilla arrojada al suelo no da fruto hasta que muere;
si muere, dará 30, 60 y 100 veces más fruto.
Entonces pensé: “Si me sacrifico y me ofrezco a Dios, tal vez
habrá algún buen fruto en las vidas de aquellos que sufren,
incluida mi madre”.
habrá algún buen fruto en las vidas de aquellos que sufren,
incluida mi madre”.