El padre Eugenio Boatella, misionero de la Consolata, comparte sus vivencias y las de su comunidad en Corea del Sur. Recuerda sus años y su vinculación con Orihuela-Alicante y, sobre todo con Elche.
Me ha dado mucha alegría saber que habéis ya comenzado a publicar un boletín de comunicación para los amigos de los misioneros de Elche. El verano pasado estuve unos días por allí y me dio una gran alegría volver a veros. Aunque quedan lejos en el tiempo, los dos años vividos el Elche y los buenos amigos que conocí aquí nunca los podré olvidar.
Me ha dado mucha alegría saber que habéis ya comenzado a publicar un boletín de comunicación para los amigos de los misioneros de Elche. El verano pasado estuve unos días por allí y me dio una gran alegría volver a veros. Aunque quedan lejos en el tiempo, los dos años vividos el Elche y los buenos amigos que conocí aquí nunca los podré olvidar.
Y así como allí
forme parte de la comunidad que dio inicio a nuestra presencia, aquí en Corea
estoy dando los primeros pasos con otra nueva presencia. Esta nueva apertura ha
si-do forzada por la expropiación por parte del estado (para construir
apartamentos de bajo coste) del que era nuestro centro de diálogo
interreligioso. Con el dinero que nos han dado como compensación hemos comprado
una tierra en las afueras de una ciudad en el centro de corea que se llama
Tejón y hemos construido una casa. Y la verdad es que hemos salido ganando pues
el lugar es muy bonito y la casa es mejor que la anterior. No hay mal que por
bien no venga.